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Es como una adicción, que te envuelve, te enloquece, te mata.
Te vuelve vulnerable pero valiente, inteligente, y a la vez, el peor de los tontos. Es algo que entra y arrasa con todo peor que un huracán, y se convierte en el único habitante del cuerpo. Llega cuando menos te lo esperas, y no puedes huir de ello. Pero si logras escapar, te encontrará para recordarte que existe, que está ahí, que una parte fundamental de tu vida, lo que le da sentido.
Si lo posees, tienes el riesgo de sufrir, pero si careces de él, lo necesitas más que al alcohol, más que al tabaco, es la peor de las drogas. Es exótico y a la vez común. Si intentas buscarle sentido, perderás tu vida en ello, porque no lo tiene. Eso es lo que hace extraordinario, único, inimitable, inconfundible, adorable, odiable, inquietante, excitante... loco. Si alguna vez encuentras una medida capaz de medirlo, entonces perderá su nombre. Es la mejor de las enfermedades, y si intentas curarla, aumentarás el dolor que produce. Un dolor que no duele, pero que si se siente. ¿Aún no sabes lo que es?